A lo largo de la provincia de Guadalajara se encuentran profundos barrancos, extensos bosques, altas sierras y pueblos cargados de historia que han conservado todo su carácter de antaño pese a encontrarnos ya inmersos en el siglo XXI.
Las sierras que componen su límite septentrional, fronterizas con Segovia, Soria y Zaragoza, son tierras secularmente olvidadas que siempre han estado lejos de los grandes centros de riqueza y poder. Es por eso que hoy en día ofrecen paisajes intactos, que apenas han variado desde la Edad Media o incluso antes.
La sierra de Alto Rey, localizada al noroeste de la provincia, es una de las estribaciones montañosas orientales del Sistema Central español. Al igual que su vecina sierra de Ayllón por el este, es de formación a través de plegamientos, destacando en su composición la pizarra.
Se extiende, de oeste a este, desde el río Sorbe hasta el Bornova y, de norte a sur, desde el río Pelagallinas hasta el Cristóbal. Linda al norte con la sierra de Pela, al oeste con la sierra de Ayllón, al este con la sierra de la Bodera y al sur con la sierra Gorda, sierra subsidiaria de la de Alto Rey.
En las laderas de la sierra se asientan pueblos como Albendiego, Condemios de Abajo, Condemios de Arriba y Galve de Sorbe al norte; Aldeanueva de Atienza, Arroyo de las Fraguas, Bustares, Gascueña de Bornova, Hiendelaencina, La Nava de Jadraque, Navas de Jadraque, El Ordial, Prádena de Atienza y Las Tainas al sur, y La Huerce, Umbralejo y Valdepinillos al oeste.
En su cima se encuentra la ermita del Santo Alto Rey, objeto de procesión religiosa el primer sábado de septiembre desde los pueblos que se encuentran en sus faldas, así como una estación militar en su extremo oeste y cuatro antenas de Retevisión junto a la ermita.
Con escasas diferencias, la historia, los modos de vida y de subsistencia, los trabajos, las creencias, las fiestas, los ritos, las costumbres, el nacimiento, la vida, la muerte,… ha sido durante siglos similar cuando no igual en todos estos pueblos. La historia fue común a todos ellos, excepto que unos pertenecieron a la tierra de Atienza y otros a la de Ayllón.
A mediados del siglo XX la comarca padeció un forzoso descenso demográfico. La emigración masiva se centró en las grandes ciudades, que ofrecían trabajo y unas mejores condiciones de vida, acelerando el proceso de abandono de los pueblos de la sierra, regresando tan solo en el verano, y cada vez menos debido a la marcha sin retorno de mucha gente.
En la actualidad esta montaña está rodeada por pequeños pueblos que están prácticamente deshabitados, en muchos de ellos tan solo cuatro o cinco vecinos pasan los inviernos. En la mayoría de estos pueblos viven algunos jóvenes emigrados de las ciudades, que han venido a rehacer su vida o a construirse un futuro en la zona, los nombrados “Neorurales”.
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Sierra Alto Rey |